viernes, 2 de julio de 2010

La noche que Guillermina no contenta con la patria potestad y el ático en concha espina , quiso el volvo en propiedad , tirado en una cuneta me desperté , a dos leguas de El Café , con una maleta al hombro llena de escombros y un bollo de pan de ayer . " Le hemos echado de menos " me dijo el bueno del barman que me sirvió , vaso largo y con limón , la misma copa de ron que, el lunes va a hacer un año, me dejé en el mostrador . Después de pagar dos rondas ( tres , contando la del baño ) recuperé , entre la condesa y Julio , mi escaño de contertulio , mi carné de fundador de la mesa más redonda de El Café de Nicanor . Estaban Gámez el astronauta , Gastón el flauta , Mari la tetas , el novillero poeta con su mujer , el pobre don Agapito y un camellito sin dientes paisano de un primo hermano de algún pariente lejano de Ana Belén . Asociado en sociedad con tales socios , se pueden imaginar que los amores van mal , la salud ni fu ni fa y no van bien los negocios . Se nos sube a la cabeza la espuma de una tristeza crepuscular , el óxido de los días , las utopías con hielo , el azul galimatías del cielo según san Juan , un calcetín con tomate y el último disparate de Nicanor , que cuando le preguntaron si había estado enamorado , como es un hombre sincero , " yo , no señor - contestó - , yo siempre fui camarero " .

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